Las raíces Rapanui están presentes en todo momento en el hotel, partiendo por el concepto de casa bote, hasta los dibujos de los muros exteriores. Las habitaciones se distribuyen en forma semi-circular en la parte baja del terreno, unidas por una red de senderos que atraviesan jardines. Las áreas verdes y los cultivos constituyen uno de los objetivos más importantes del proyecto; el de generar un espacio vivo, frondoso, fresco, con sombra y con color. La evaluación arqueológica evidenció la presencia de varios pequeños sitios arqueológicos.
El diseño contempla como uno de los objetivos principales, no sólo cuidar los sitios, si no que además incluirlos en la experiencia del visitante al hotel. Por esta razón están rodeados de pircas de piedra que los protegen y los senderos pasan por el lado como parte del circuito del hotel, integrados a este. Se desea que el visitante sienta, entienda y aprenda a respetar la isla como el monumento arqueológico – cultural que es y así participe de cuidarlo durante su estadía. Por fuera el hotel está se pintado con motivos de la isla, privilegiando el negro como color que se usa en los objetos tradicionales.